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La Provincia, Las Palmas de Gran Canaria, 7/06/2013, p. III/37

Utopía, arte y turismo

En 1987 Muehl fundó la Comuna
El Cabrito, en La Gomera, basada en
la idea de la unión del arte y la vida

RALPH KISTLER

A principios de los años setenta el artista Otto Muehl comenzó en su apartamento privado un experimento de convivencia con unos pocos compañeros artistas. El proyecto, que pretendía unir el arte con la vida, desarrolló una excepcional dinámica, convirtiéndose en cuestión de pocos años en una de las más grandes comunas de Europa del siglo XX. A partir de 1973 figuraba como sede principal el Friedrichshof, una antigua granja reformada, situada a 60 kilómetros al sureste de Viena. Con más de 500 integrantes, la comunidad se expandía por Austria, Alemania, Francia, Suiza, Noruega y Holanda. Su ideología se basaba en la sexualidad libre, la propiedad colectiva y una forma de terapia psicológica, llamada “Acción Analítica”, inspirada en las escrituras de Wilhelm Reich y enriquecida con elementos heredados del Accionismo Vienés.

En torno a 1978 la comuna entró en crisis debido a crecientes problemas de la opinión pública, el estancamiento de la integración de nuevos comuneros y apremiantes problemas financieros. Abandonó gran parte de la ideología social-revolucionaria para centrar desde entonces su interés en el mundo de los negocios financieros. Convirtiéndose a principios de los años ochenta en una especie de empresa multinacional, consiguió enormes riquezas, aunque la dedicación a un trabajo alienado hacía perder a los comuneros la espontaneidad de los viejos tiempos. En un intento de recuperar el antiguo espíritu se decidió comprar un territorio para el ocio, una finca abandonada con más de 300 hectáreas en el suroeste de la isla de La Gomera: El Cabrito.

Una vez adquiridos los terrenos en 1987, las reformas de la finca avanzaron a buen ritmo, pero también provocaron costes desmesurados que llevaban a la comunidad al borde de sus posibilidades económicas. El arte jugaba un papel central en las actividades y se pretendía convertir la sede vacacional en un centro artístico-residencial para el mundo del arte internacional, el “Atelier del Sur”, en referencia al famoso proyecto que inspiró a Van Gogh en su viaje en tierras meridionales.

Los proyectos artísticos que se quería llevar a cabo eran muy ambiciosos y se habrían realizado en toda La Gomera. El célebre comisario de arte Harald Szeemann fue invitado varias veces por el colectivo para preparar, junto con las autoridades de la política cultural de Canarias, una exposición de arte emergente internacional paralela a las festividades del Quinto Centenario del Descubrimiento en 1992. Además la comuna compró el antiguo molino de San Sebastián de La Gomera con la intención de convertir las instalaciones en una sala de arte, y sopesó la creación de un museo en la capital gomera que abarcaría un gran número de obras de la colección de arte del Friedrichshof, la más extensa sobre el Accionismo Vienés en aquel momento. Aunque la mayoría de aquellos proyectos no se realizaron, en mayo de 1989 se celebró la primera gran exposición con la participación de los artistas Günter Brus, Jiri Dokoupil, A.R. Penck y Otto Muehl.

Poco después una serie de conflictos no resueltos tumbaron el proyecto utópico y los futuros planes en Canarias. Por un lado los comuneros vivían cada vez más en discordia a causa del comportamiento excesivamente autoritario de Muehl y por otro se comenzaron a levantar las denuncias por la existencia de relaciones sexuales entre el artista y jóvenes de la comuna. En vista de las investigaciones llevadas a cabo por la fiscalía en Austria, a mediados de 1989 Muehl volvió a su país natal esperando poder invalidar las acusaciones. Pero era demasiado tarde para impedir el desmoronamiento y en 1990 los comuneros decidieron defenestrar a su líder. La comuna rompió con su ideología .y se transformó en una Sociedad Cooperativa para gestionar los activos inmobiliarios y artísticos de los socios individuales. Un año después, en 1991, Muehl fue sentenciado a siete años de cárcel. Jamás regresó a La Gomera.

Durante la primera mitad de los años noventa, el Atelier del Sur, dirigido por Theo Altenberg, continuaba su actividad expositiva y artistas como Royden Rabinowitch, Herbert Brandl o Santiago Sierra crearon obras en la finca. También desde 1993 hasta 2000 la ilustre academia austríaca Sommerakademie Salzburg organizó talleres de arte para respaldar la continuidad de la finca como lugar de encuentro cultural. En la actualidad El Cabrito sigue siendo propiedad de Liligomera SA y se compone de un exitoso hotel de alto standing con una amplia oferta de seminarios y talleres. Factores adicionales como el autoabastecimiento de agricultura ecológica y un respetuoso cuidado del medio ambiente han convertido la finca en un modelo ejemplar para un turismo de calidad de la isla de la Gomera.